"Incrédulos abstenerse"
"el que no está, no hace falta"
Primero lo primero: la anhelada séptima
En esa ocasión, estando en la tribuna de Occidental General Norte, en el momento del pitazo final era de no creer, de repente rompí en llanto sintiendo una alegría gigante en el pecho. Como lo digo, de no creer.
Cada vez que lograba calmarme un poco y de gozar más centrado el tan anhelado título, giraba mi cabeza al tablero electrónico y en el momento en que se ponía la esquiva estrella que por fin era nuestra nuevamente, me quebraba en lágrimas como una Magdalena.
Toma aérea del estadio Nemesio Camacho 'El Campín'.
Para ese día no celebré con mucha gente, por el contrario, solo gocé de las mieles del triunfo con un amigo que llegó a mi casa con una botella de whisky y yo puse dos sixpack de cerveza. Esa fue mi celebración.
¡Pero estaba feliz! En ese momento no me importaba nada más, quería disfrutar de ver al glorioso en lo más alto luego de haber tenido que aguantar la mofa, la burla, los malos chistes -pero que a uno de niño le duelen- sobre Santa Fe cuando durante toda mi niñez y adolescencia no ganó absolutamente nada.
Era nuestro turno de festejar, era nuestro turno de saber qué se sentí eso de dar una vuelta olímpica sumando una estrella más. Claro, hay que recordar cuando ganamos la Copa en 2009, ese fue el inicio de una nueva era para el león y el final de una era trágica.
Llegó la octava
Por cosas de la vida, esa vida que le va a uno mostrando caminos y presentando gente a lo largo del recorrido, conocí a una mujer maravillosa. Realmente me sorprendió su gran amor y pasión por Santa Fe. Y eso siempre me enamoró. Junto a ella apareció también un gran grupo de personas, de hermanos y hermanas albi-rojas.
De ahí en adelante yo supe que si volvíamos a ver a nuestro equipo campeón, la celebración no sería solo entre dos como la última vez, sería mucho más.
Cuando en 2013 se perdió la Liga ante Nacional entendí una cosa, y es que si uno quiere que el equipo de los amores se acostumbre a ganar títulos, antes de saberlos disfrutar hay que aprender que los títulos también se pierden, y hay que saber perder.
Puede que precisamente me hice a esa idea antes de jugar el primer partido de la final, entre otras cosas porque todo se le había dado a los 'verdolagas', la cosa no pintaba fácil y por ende decidí tomar tranquilidad. Por eso el totazo, aunque dolió por supuesto, no fue tan duro; eso puede pasar una y mil veces más.
Pero dos años y medio después volver a la gloria, las cosas volvían a lucir como aquel julio: la gente estaba más optimista en el sentido de que se había aprendido a las malas a no agrandarse, a tener humildad, eso que el santafereño nunca debe perder.
el 21 de diciembre de 2014 volvimos a gritar ¡CAMPEÓN, SANTA FE CAMPEÓN! Pero este título tiene mucho más que el pasado, debíamos volver a vivir un título porque necesitábamos presenciar de nuevo lo grandioso de ser los primeros. Necesitábamos, en definitiva, saber que sí se podía volver a dar, que no iban a tener que pasar otros 37 años.
Ese peso se quitó de mi espalda y por eso valió mucho más, porque en el momento en que ganamos la séptima estrella quise ganar la octava. Ya la tenemos, ahora queremos la novena y luego la décima. Nuca dejando de lado lo que es Santa Fe, pero merecemos toda la gloria.
Tal y como lo mencioné anteriormente, esta ocasión implicaría muchos cambios en comparación al 2012. Ahora estaría rodeado de muchas personas especiales, recocheras y santafereñas hasta los huesos. Ni hablar de la mujer que pone al rojo vivo mi corazón, algo así como Santa Fe.
Ese, pensándolo muy bien ,es el motivo por el cual precisamente disfruté mucho más la octava consagración. Ella no había podido ver a Santa Fe campeón estando en el estadio. Me refiero a la Liga, porque en la Copa y la Súper Liga estuvo presente.
Pero es que no es lo mismo, aparte que no solo no pudo celebrar en su ciudad y con su gente un título que esperó casi 4 décadas, tuvo que aguantar conmigo a su lado la derrota ante los verdes de Medellín y en nuestro estadio. ¡Pero ya lo presenció! Su sueño se hizo realidad y aunque poco tuve que ver yo ahí, la pude ver realmente feliz.
Sus lágrimas de felicidad y sonrisa poca posibilidad tienen de volverse a juntar en una dicha al menos parecida.
Eso fue lo que más disfruté del título por la octava estrella en el escudo de Santa Fe.
A toda la Recocha Cardenal, a mi papá, abuelo, tía Jahel (q.e.p.d.), primos Dueñas y a mi Tata hermosa. ¡YA VOLVIMOS, YA VOLVIMOS, YA VOLVIMOS OTRA VEZ! ¡YA VOLVIMOS A SER CAMPEONES COMO LA PRIMERA VEZ!
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